Misterios del marketing sobre el origen de las marcas
A la hora de poner en marcha una empresa o lanzar un producto llega un momento en que hay que decidir cómo se va a llamar. En realidad, es bastante frecuente que muchos empresarios escojan el nombre de su proyecto antes incluso de haber estudiado la viabilidad del mismo…
Probablemente se convierte para ellos en algo parecido a un hijo, de ahí que normalmente se trate de nombres o siglas relacionadas con sus propios nombres, apellidos o los de sus familiares más cercanos. Esto explicaría el bajo porcentaje de propuestas de “naming” encargados a profesionales del marketing a pesar de que es el punto de partida de la imagen, lo primero que van a percibir de nosotros.
Pero ¿hasta qué punto es importante este aspecto en la buena marcha del negocio?
La teoría nos dice que un nombre ha de ser: fácil de pronunciar, evocador, sugerente, de ámbito global, etc. además de, por supuesto, estar disponible. Pero tenemos numerosos ejemplos de casos de éxito que se escapan a los parámetros convencionales, o que incluso han triunfado a pesar de su nombre: Häagen Dazs, Schwarzkopf, Huawei, Oysho, Bershka, etc.
Parece claro que el nombre no puede ser lo mejor que tienes. El producto y el servicio son definitivos.
Evidentemente, y en cualquier caso, nosotros creemos que no es algo que debiera tomarse a la ligera y que un estudio concienzudo del nombre de la futura marca, servirá, sin duda, para ser originales, coherentes, proveerla de personalidad, y además evitar problemas o sobresaltos derivados de la improvisación, entre otras cosas.
Os dejamos aquí unos enlaces a otros artículos que profundizan un poco sobre el origen de algunas de las marcas más importantes del momento:
¿Conoces algún otro ejemplo de marca “difícil”, poco coherente o de mala sonoridad que haya triunfado? Si es así, cuéntanoslo!