La importancia de las personas, las palabras, el talento …
Llevamos un tiempo tratando de adaptar nuestros procedimientos a la nueva Ley de protección de datos. LOPD que, supuestamente, entra en vigor el próximo 25 de mayo. A propósito de estas labores hemos podido reconfirmar que el lenguaje jurídico vive en una especie de mundo paralelo carente de evolución o adaptación a los interlocutores del siglo actual. Es más, parece diseñado para disuadir de su lectura, convirtiendo en algo muy remoto cualquier esperanza de entendimiento. Además nos obliga a la necesaria contratación de un profesional del derecho, claro que todo el mundo tiene que ganarse la vida y francamente, la mayoría bien merecen sus honorarios, al fin y al cabo, como mínimo nos libran de la terrible pereza y aburrimiento que supone enfrentarse a ese tipo de textos.
Concretamente, cuando los juristas nos pasaron el texto estándar para la contestación de las demandas de empleo, nos pareció inhumano y frío, así que decidimos que si le íbamos a decir a alguien que habíamos recibido su CV, y que teníamos pensado conservarlo para futuros procesos de selección, esa persona merecía que se lo dijéramos con un mínimo de afecto y calidez.
Como agencia de comunicación que somos, nos gusta establecer un diálogo fluido con los aspirantes, así como con todo el equipo, que al fin y al cabo son los perfectos embajadores de la marca. Los primeros y mejores relaciones públicas que cualquier empresa tiene.
De hecho, en Octo somos muy partidarios de que los departamentos de recursos humanos se llamen o se “apelliden” departamentos de gestión de talento, ese bien tan valioso y que cualquier organización tiene que atesorar como su bien más preciado, porque lo es.
Las imágenes son importantes, sí, pero, desde luego, las palabras también lo son. Sus matices, su orden, las pausas, en fin, lo que se llama marcar la diferencia, sin olvidarse de las personas.